Teresa Shore estaba fuera del aula de la clase de formación de la fe de su hijo, mirando hacia dentro mientras él buscaba un asiento con entusiasmo. Mientras observaba el aula, el catequista aún no llegaba. Su amiga, Susan Leatherman, que tenía un hijo en la misma clase, también se quedó esperando. Pasó demasiado tiempo. Los adolescentes se mostraban inquietos y confundidos. Nadie venía a enseñarles a sus hijos. Las dos amigas intercambiaron miradas, expresándose la misma idea sin palabras. Sonriendo, asintiendo, decidieron dar la clase juntas. “Aquel día de otoño, hace veinte años, comencé mi camino como catequista”, dijo Teresa, feligresa de la Iglesia Católica St. Mary de Longview.

Sobre ella

Teresa era ama de casa mientras criaba a sus cuatro hijos cuando dijo “sí” al ministerio de la educación religiosa. Stephen, su marido desde hace 37 años, la animó incluso cuando sus hijos eran muy pequeños. Contar con su apoyo ha sido inmensamente valioso y le ha permitido seguir participando en este ministerio durante tantos años. También significó una diferencia en su dinámica familiar.

“Mi papel como catequista ha dado frutos en mi matrimonio, porque al dirigir las conversaciones con los jóvenes, he aprendido mucho más sobre mi fe y sobre cómo Dios instruye para desarrollar y mantener buenas relaciones”, dijo Teresa. Hay temas propios de los adolescentes que pueden ser difíciles de discutir, y debido a su experiencia como catequista, Teresa se ha convertido en una mejor oyente y más confiada a la hora de discutir estos temas con sus propios hijos. A lo largo de estos debates, hay muchas oportunidades de presentar la perspectiva de Dios sobre la cultura, las relaciones y las decisiones difíciles.

Originaria de Fort Smith, Arkansas, Teresa creció en una familia numerosa de seis hermanos y hermanas donde la fe católica estaba entretejida en la estructura del hogar. 

“Todas las noches mis padres nos reunían para rezar el Rosario. Mis padres, que practicaban la fe católica con alegría, son mis modelos porque son los que nos enseñaron a rezar, a ser fieles a Dios y a seguirlo mediante el sacrificio, el amor y el servicio”.

Teresa se mudó a los 18 años al este de Texas para poder bailar con las Rangerettes de Kilgore College (Escuela Universitaria Kilgore). Luego de dos años, se trasladó a la Universidad Estatal Stephen F. Austin para completar su licenciatura en inglés con una certificación de educación secundaria en inglés e historia. 

En la actualidad, Teresa es instructora de inglés en Kilgore College (Escuela Universitaria Kilgore); allí se encuentra con personas de diferentes orígenes religiosos y experiencias vitales, y a menudo se le pide que responda a cualquier pregunta que tengan sobre la fe católica.

Lo que ha aprendido

“He llegado a comprender más plenamente que la formación de la fe es un viaje de por vida y no episódico”, dijo Teresa, reflexionando sobre su experiencia. “Algunos de los momentos más memorables en el aula ocurren cuando un/a adolescente busca respuestas a una enseñanza de la Iglesia que le cuesta comprender”.

“Su confianza me hace humilde; aprecio su honestidad. Está bien hacer preguntas. Merecen respuestas y razones detrás de las enseñanzas de la fe católica de manera clara y comprensible”, dijo Teresa. 

“Cuando comencé como catequista, los recursos a nivel de la escuela secundaria eran escasos. Una vez que Teología del cuerpo para adolescentes se publicó inicialmente, lo compramos. Los estudiantes se sintieron identificados con los vídeos y los cuadernos de trabajo que lo acompañan, que presentan la sexualidad, la identidad, el noviazgo, el matrimonio, el respeto en las relaciones, la dignidad y la amistad de una manera que tenía sentido para ellos”, dijo Teresa.

Desde entonces, se produjeron y publicaron muchos otros recursos excelentes que cubren los problemas diversos a los que se enfrentan los adolescentes. Teresa complementa sus clases con series tales como YDisciple en FORMED, los vídeos de YouTube del Padre Mike Schmitz, y la Great Adventure Bible Timeline (Línea cronológica bíblica “Gran aventura”) para adolescentes.  

Le gusta trabajar con jóvenes adultos porque están en el precipicio de pensar de manera crítica sobre su fe y buscar activamente cómo aplicarla a sus vidas. Su última esperanza es formar discípulos que sigan y conozcan a Jesús a nivel personal, que abracen las verdades hermosas de la Iglesia Católica y que continúen practicando la fe a lo largo de sus vidas.

Siempre se asegura de hacer hincapié en la importancia de la oración personal en la vida de los adolescentes.  “Desarrollar una relación consistente con Dios se basa en la oración honesta y en estar en comunión con Dios a diario en momentos de sufrimiento o de alegría”, dijo Teresa. “Esto significa que debemos conocer quién es Jesús a través de la lectura y la discusión de la Sagrada Escritura y descubrir todas las maneras que el Señor nos muestra para amar a Dios y a los demás”.

Con frecuencia comparte con los adolescentes que para seguir a Cristo, no pueden ser pasivos en cuanto a su fe. “Si quieren acercarse a Dios y descubrir su vocación en la vida”, explica, “cada estudiante debe buscar activamente su voluntad cada día en la oración, sobre todo cuando hay tantas distracciones que les exigen que no escuchen la voz de Dios”.

Encontrar apoyo y evitar el agotamiento

Cuando Teresa experimenta cansancio, busca personas de confianza en su vida para que le proporcionen orientación espiritual y práctica, lo que incluye inspirarse en sus santos patronos. 

“El caminito de santa Teresa de Lisieux me inspira porque tomo como modelo para el programa de jóvenes la manera en que ella permitió que el amor de Dios actuara a través de ella, sin importar lo grandes o pequeñas que fueran las acciones”, explicó Teresa. “También me inspira el Papa san Juan Pablo II. Se dedicaba de manera especial a los jóvenes y les hablaba directamente con ánimo y les ofrecía esperanza y orientación”. 

Teresa también ha asistido a varias conferencias de catequistas ofrecidas en el Instituto San Felipe en Tyler. 

“Estas reuniones de manera presencial me han ofrecido una gran información catequística que puedo utilizar y, lo que es más importante, me han brindado apoyo”, dijo Teresa. “También he tenido la bendición de estar bajo el liderazgo de sacerdotes alentadores como el P. Gavin Vaverek, el P. Mark Kusmirek y, actualmente, el P. Daniel Dower”.

Dios proporciona constantemente modelos católicos adultos para ayudar a Teresa. Estos hombres y mujeres, que practican y profesan su fe en casa y en el trabajo, han ofrecido su tiempo para compartir el catolicismo con los adolescentes. 

“Tienen profesiones muy diferentes, pero comparten el mismo afecto por la Iglesia y el deseo de ser mentores de los jóvenes católicos. Como líderes juveniles, queremos apoyar a los adolescentes mientras navegan por los años formativos de la escuela secundaria”, dijo Teresa.

Un gran consejo que recibió Teresa es el recordatorio de que los frutos de compartir la fe pueden no ser evidentes de inmediato. Las semillas de la fe que está plantando ahora pueden, a veces, madurar más tarde en la vida de una persona joven. 

“Estamos juntos en el camino estrecho de la fe, acompañando a los estudiantes como mentores y guías en el camino”, añadió.

Teresa también confía mucho en la oración diaria para evitar el agotamiento, pidiéndole al Espíritu Santo que la guíe. 

“Muchas veces, cuando me siento frustrada, Dios me guía en la oración o utiliza a otras personas para iluminarme y revitalizarme. A pesar de que soy catequista desde hace muchos años, sigo aprendiendo. Me comprometo a un año a la vez y revalúo luego de cada año preguntándole a Dios si es aquí donde me quiere. Hasta ahora, Dios me ha pedido que diga ‘sí’ veinte veces”, dijo Teresa sonriendo.

Enfrentar dificultades

“Una de las partes más desafiantes de ser catequista para mí son las dudas que encuentro sobre mis capacidades para ser una maestra eficaz. Me esfuerzo por hacer que nuestros encuentros sean interesantes y atractivos”, dijo Teresa. 

Ella brinda oportunidades para debates serios y convierte el aula en un lugar donde crecen la comunidad y el compañerismo.

“Hoy en día, los jóvenes tienen muchos otros compromisos, por lo que valoro su asistencia y participación. Cuando experimento estas dudas sobre mi capacidad de llegar a mis estudiantes, me aferro a Dios en la oración. Me recuerdo a mí misma que es el programa de Dios y que él me guiará; esto ha reforzado mi confianza en la fidelidad de Dios”. 

Una necesidad de paciencia

Sin dudas, su propia fe ha crecido y se ha fortalecido gracias a que dijo sí a ser catequista. 

“Mi vida ha sido bendecida al conocer a tantos jóvenes fieles que tienen un deseo fuerte de saber más sobre su fe y cómo vivir como discípulos en sus relaciones y en sus actividades”, dijo Teresa. “Los frutos de nuestra paciencia como catequistas son la alegría y la paz del amor de Dios, que se nos revelará y permanecerá en nosotros”.

No sólo eso, sino que además nos gloriamos de nuestras tribulaciones; porque sabemos que la tribulación produce la paciencia, de la paciencia sale la fe firme y de la fe firme brota la esperanza. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por el don del Espíritu Santo. (Carta a los Romanos 5:3-5)

“La Escritura nos revela cómo podemos crecer y profundizar en nuestra relación con Jesús”, continuó Teresa. “Las relaciones no son unilaterales, por lo que necesitamos entender cómo conocer, amar y servir a Dios. Si lo amamos, cumpliremos sus mandamientos. Cuando experimentemos sufrimiento en nuestras vidas, podemos depositar nuestra confianza y esperanza en Dios, que nos proporcionará fuerza y gracia”.

Al comenzar un nuevo semestre, Teresa reflexiona sobre los frutos de su paciencia. Su aula está preparada y su corazón lleno. Este trabajo la llena de la alegría y la paz de su amor. Espera que él la utilice como medio para revelar su amor a sus estudiantes, y que permanezca en ellos.